lunes, 18 de marzo de 2013

Juan Montalvo y la Libertad


En un lugar de los Andes, al pie de un volcán, nace uno de los grandes humanistas del Siglo XIX americano, en cuyo espíritu se acrisolaron con especial magnetismo los ideales ilustrados con la tormenta y la furia románticas. Así se denomina a uno de los pensadores más lúcidos que haya tenido el Ecuador: Juan Montalvo. Hombre crítico del poder intolerante y autoritario y de los caudillismos que gobernaron el país en su tiempo, nace un día 13 de abril de 1832,  con el objetivo de salir de Ambato para conquistar el mundo con su pluma.
Es interesante regresar al pasado y acercarse a investigar en su agitada vida los orígenes de una obra tan singular y proteica, llegando siempre a la común conclusión de la excelsitud y grandeza de este pensador y literato ecuatoriano.

En realidad en Montalvo se podía percibir un espíritu autodidacta, diplomático y lector voraz, su amor por la libertad lo llevó al destierro por sus ideas contra los despotismos y abusos del poder. Esto se debe a su experiencia desde muy niño, al presenciar el mal gobierno de Juan José Flores, pudo sentir, entonces, que la política y el poder eran la causa de los principales dramas de los habitantes del país. Montalvo vio a su nación sin madurez para la política que incluso afectó de manera directa a su propio hogar, con el destierro de su hermano mayor Francisco.

Con esta experiencia, al transcurrir el tiempo, Montalvo demuestra que su formación se debe más a sus lecturas y a su experiencia europea, primero como miembro de la legación diplomática en Roma y luego en París. Así en 1859, regresa a Ecuador y desde el comienzo toma una postura activa contra la dictadura de Gabriel García Moreno y con su vocación de escritor crea una revista “El Cosmopolita”, desde la cual difunde sus escritos:

FRAGMENTO

Este es un abuso de su libre albedrío y nada más: ¿cuántas cosas hay que hacemos y no debemos hacer? ¿Cuántas acciones prohibidas por el Legislador Supremo no las estamos poniendo por obra cada día?
¿Cuántas palabras indecorosas, indecentes, que no debía contener la lengua, no las soltamos insolentes a cada paso?

Lamentablemente, para Juan Montalvo, estos escritos lo llevarían al destierro de Ambato por sus críticas a García Moreno, quien luego es asesinado en 1875; al enterarse de esta noticia, Montalvo exclama: “Mía es la gloria. ¡Mi pluma lo mató!”.
La muerte de un tirano dio paso a la entrada de otro, Ignacio de Veintemilla, y Montalvo se vio de nuevo combatiendo en pro de la libertad. Primero lo hace a través de las páginas de “El Regenerador”, más tarde con sus “Catilinarias” que se empiezan a publicar en el periódico La Estrella de Panamá, donde había salido exiliado. Estos escritos tenían como finalidad realizar una crítica hacia el dictador Ignacio de Veintemilla, donde surge con fuerza su espíritu polémico, su ironía y su lucha contra la tiranía.

Al pasar nuevamente un combate, Montalvo está nuevamente en Europa. En París empieza a corregir las obras que había escrito mientras que el obispo de Quito condena su obra por herética e inmoral. “Mercurial eclesiástica” es su respuesta ante este ataque, pues él proclamaba un cristianismo alejado del clericalismo. En 1885 empieza a aparecer en París su nueva revista “El Espectador”, hasta 1888. Redacta el tratado “Geometría moral”, que se publicará póstumamente, en el que aborda cuestiones relativas al amor desde una perspectiva filosófica.

Después de un tiempo, Montalvo recibe la oferta de un puesto en el Senado, que no acepta. Está desengañado, cansado y desconfía de los políticos ecuatorianos. En París, sin embargo, su vida era singularmente dura. En 1888, en medio de una primaveral lluvia torrencial, Montalvo camina para corregir el último tomo de “El Espectador”. Enferma gravemente e incluso es sometido a una operación para curar una pleuresía. No acepta la aplicación de la anestesia durante la cirugía. Su salud se fue minando sin remedio y murió en su casa el 17 de enero de 1889, vestido de frac, pues consideraba a la muerte como el paso más importante de la vida de una persona. Pidió muchas flores para su entierro pero sólo cuatro claveles cubrieron su ataúd. El 10 de julio de 1889 sus restos llegaron a Guayaquil. Un cálido homenaje lo cubrió, lo que nunca le sucedió en vida.

En conclusión, Juan Montalvo nos demostró su espíritu combativo ante la opresión tanto social como política y religiosa. Como escritor destaca su amor por la libertad, por lo que no le importó expresar con sinceridad sus escritos a sus opositores, de una manera muy valiente y arriesgándose a toda amenaza. También como escritor era un purista en el uso del lenguaje y un clasicista en el estilo, pero como ya se mencionó anteriormente, expresaba de tal manera su romanticismo en su amor a la libertad y en su lucha contra la tiranía (“Mi causa es la moral, la sociedad humana, la civilización […]”, dice en 1859 en carta al dictador García Moreno). A mi parecer, Juan Montalvo es uno de los más grandes defensores de la libertad de prensa, al combatir las tiranías y el clericalismo. Sin duda uno de los más grandes pensadores de nuestro país y América Latina.

Autora: María Augusta Carrión.